lunes, 9 de julio de 2012

El reloj de arena - 15º grano.


Las palabras en las manos equivocadas son armas de cinismo dispuestas a explotarte en la cara.

- Lo que tú haces no se paga con dinero.
- Sí que se paga.
- No, en serio, no hay dinero para pagar lo que tú haces.
- Sí que lo hay.

Como bien podéis imaginar el final de este diálogo fue que no pagaron. Parece que piropean, que muestran una admiración explícita, pero solo están esquivando el pago. Los días acumulan polvo que no se quita fácilmente del alma, los días suman tipos a tu colección de personajes infumables. La sensibilidad que algunos muestran por lo pequeño es inversamente proporcional al cuidado que muestran por lo importante. 


martes, 3 de julio de 2012

El reloj de arena - 14º grano.


Hay un aspecto de la personalidad que en ocasiones me asalta dejándome aturdido durante horas: es lo que llamo capacidad de distancia. Puedes estar en un sitio y no estar. Puedes estar hablando o escuchando concentrado sobre un asunto, y al mismo tiempo estar muy lejos de todo, incluido de ti mismo. Es la capacidad de mirarse desde atrás de la nuca y no prestarse atención por intrascendente. La distancia. Como si durante un tiempo estuvieras fuera de circulación, un tiempo que sirve para calibrar el escenario general que te rodea y la fortaleza con la que cuentas. La distancia que nos sirve para conocernos algo mejor. En el  Reloj de Arena hay momentos de esos, hay un gato de Schrödinger que puede estar vivo y muerto al mismo tiempo.


lunes, 2 de julio de 2012

El reloj de arena - 13º grano.


Letras más allá del Atlántico. Noticia firmada por Carlos González, encargado de la sección de cultura del diario Noticias de Alava.

Da igual si lo escrito está sobre el papel, metido en un sobre y enviado por correo ordinario, o si las mismas palabras viajan a su destino en un e-mail, o se comparten a través de cualquier otra herramienta propia de los nuevos tiempos. Lo importante, lo esencial, lo verdadero es lo que se quiere decir y cómo se expresa, no el canal que se utiliza. David Morán y Luis Amézaga lo saben bien. No se conocen. Bueno, no, mejor dicho, nunca han estado físicamente frente a frente, pero se llevan tratando ya diez años. El primero vive en Tegucigalpa. El segundo en Gasteiz. Entre ambos hay un océano de distancia. Pero ni el Atlántico ha conseguido impedirles que hagan realidad Reloj de arena.